El continuo aumento de la longevidad es un logro importante de nuestras
sociedades que exige, sin embargo, cambios y adaptaciones continuos de
los servicios destinados a dar respuesta al envejecimiento de la
población.
El objetivo último de las políticas sociales relacionadas
con el envejecimiento es el de propiciar una sociedad para todas las
edades basada en la protección contra la discriminación por motivos de
edad, reafirmando los principios defendidos por Naciones Unidas a favor
de las personas de edad, como son: independencia, participación,
cuidados, realización del potencial propio y dignidad.
Se apuesta por
la participación de las personas fomentando entornos que propicien la
vejez activa, la educación permanente y el acceso a las tecnologías
modernas de la información y las comunicaciones así como al voluntariado
y la acción cívica.
Así pues, las prestaciones y servicios en
materia de Política Social serán diversas y tendrán en consideración,
siempre que sea posible, las preferencias y necesidades de las personas,
entendiendo que esta política mejora su calidad de vida y contribuye al
ejercicio de la vida independiente.
A tal fin, se arbitrarán medidas
diversificadas que, por una parte, promuevan la autonomía personal y la
prevención de situaciones de dependencia y, por otra, den cobertura a
las personas en situación de dependencia.
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